Aviso legal, esta obra escrita por Alejandro Ocaña García se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 3.0 Unported

DISTINCIÓN ENTRE COACHES PROFESIONALES y PSEUDO-COACHES.

En el mundo actual, donde la información, y también la desinformación, están al alcance de un clic y la etiqueta de «entrenador» se otorga con una facilidad desconcertante, surge un desafío crítico: la erosión de la autenticidad y el compromiso en el campo del entrenamiento deportivo. Este fenómeno, que considero preocupante, se caracteriza por autodenominados entrenadores que carecen de la constancia y profundización en su formación que esta responsabilidad exige. En respuesta a este escenario, que amenaza con opacar la figura del mentor o entrenador profesional, me enfoco en revalorizar el verdadero arte del coaching.

El rol del coaching ejercido por un ‘pseudo-coach’ puede parecer significativo, e incluso útil en ocasiones, para superar ciertos miedos o inseguridades. Estas personas suelen ofrecer un impulso basado en la creencia de que es posible lograr cualquier cosa que uno se proponga. Sin embargo, la falta de un conocimiento real y profundo sobre las capacidades de sus atletas o alumnos puede, en ocasiones, resultar más perjudicial que motivador. Por lo tanto, es importante no confundir esta figura con la de un coach profesional o un entrenador cualificado, cuya formación y experiencia son fundamentalmente diferentes.

La figura del entrenador se caracteriza por ser exigente consigo mismo, particularmente en cuanto a la gestión de su tiempo y al ejemplo que establece para otros. Dedica la mayor parte de su día, prácticamente en su totalidad, a investigar, analizar y experimentar con métodos de mejora. Estos avances son posteriormente aplicados a sus atletas, asegurando que su dedicación tenga un impacto directo y positivo en su desarrollo. En el corazón de su enfoque está la constante adquisición de conocimientos para asistir eficazmente a otros, lo cual implica una dedicación hacia la lectura, el estudio, la investigación, la experimentación y la aplicación práctica de lo aprendido. Su influencia va más allá de la mejora de habilidades físicas y capacidad mental, extendiéndose a la resiliencia ante desafíos, hábitos nutricionales, y más. Estudia la fisiología del sueño para optimizar el rendimiento y la recuperación de sus atletas, consciente de que la falta de conocimiento en esta área puede acarrear un deterioro cognitivo y provocar complicaciones de salud. Además, entiende, aplica e investiga sobre biomecánica del ejercicio, analizando los movimientos de sus atletas, comprendiendo la complejidad del entrenamiento concurrente y sus interferencias en el rendimiento. Enfrentando problemas complejos, un coach busca información confiable y soluciones basadas en evidencia, enriqueciendo su capacidad para proporcionar consejos prácticos y validados con su experiencia personal.

De hecho, un coach o mentor también actúa como entrenador de otros entrenadores, invirtiendo su tiempo en compartir su conocimiento y pasión, con el objetivo de mejorar y aumentar el rendimiento y la salud de otras personas. En contraste a esto, los pseudo-coaches suelen carecer de la formación y la profundidad necesarias para un coaching efectivo. Es esencial distinguir a estas personas de los verdaderos profesionales del coaching, quienes están comprometidos con una formación continua, siguen un código de ética y fundamentan su práctica en conocimientos científicamente validados.

En definitiva, un verdadero coach no solo te impulsa a superar límites, sino que también actúa como mentor y guía integral. Utiliza el conocimiento y la experiencia adquiridos de su dedicación plena en su día a día para mejorar y aumentar el rendimiento y la salud de los demás.

DISEÑO Y PLANIFICACIÓN.

Hoy en día, es común ver programas de entrenamiento que parecen ser el resultado de un juego aleatorio de ejercicios y cronómetro, donde la profundidad y la personalización brillan por su ausencia. Esta tendencia no solo disminuye la calidad del entrenamiento, sino que también menosprecia la figura del entrenador como un pilar fundamental en el desarrollo y diseño del movimiento. Ante esta realidad, propongo un enfoque distinto, centrado en la esencia de lo que considero el verdadero entrenamiento: un compromiso dedicado a la comunidad, tanto en el desarrollo personal como en la orientación de aquellos que depositan su confianza en su entrenador y mentor.

La excelencia en cualquier disciplina demanda, antes que nada, constancia.

A continuación, quiero hablar de cómo la constancia, el bienestar y la comprensión profunda de los elementos del entrenamiento forman la base de un programa que no solo busca el éxito momentáneo, sino una mejora sostenible y significativa en la vida de los atletas. Estos principios son la piedra angular de mi filosofía de entrenamiento.

EL ENFOQUE.

Al diseñar programas de entrenamiento, comienzo con una visión clara del objetivo final. Este objetivo guía mi planificación, este enfoque determina la regresión adecuada de cada etapa hasta el punto de inicio, asegurando que cada fase del entrenamiento sea relevante y apropiada para el deporte específico.

Primeramente, considero el tipo de reclutamiento muscular que quiero para mis atletas, las diferentes cadenas musculares a trabajar/aislar, y la relación entre la carga y la velocidad. Luego, tengo en cuenta factores esenciales como la recuperación, el descanso entre esfuerzos, patrones de movimiento, volumen, secuencia, densidad, tempos, cargas, RPE, y otros aspectos básicos.

En cuanto a la adaptación al entrenamiento, profundizo en cómo el ejercicio induce cambios a nivel celular (epigenéticos) y en nuestro sistema nervioso. Tengamos en cuenta, que el entrenamiento regular no SOLAMENTE conduce a adaptaciones estructurales en los músculos, como el aumento de la densidad mitocondrial, sino también a mejoras en la eficiencia y coordinación del movimiento a través de cambios en la transmisión de señales nerviosas.

Sin embargo, la adaptación al entrenamiento es profundamente personal y depende de múltiples factores individuales, incluyendo la genética, la nutrición, el descanso, y la experiencia previa en entrenamiento. Esta metodología busca prevenir consecuencias negativas como lesiones y agotamiento, privilegiando el progreso incremental pero sostenido.

Mi enfoque se centra en tres pilares esenciales:

1. Progreso continuo: Buscamos una mejora gradual pero constante a través de semanas consistentes de entrenamiento eficaz.

2. Bienestar físico: Mantenerse libre de lesiones es primordial para el bienestar y disfrute del entrenamiento.

3. Motivación y comprensión: Comprender la estructura del programa impulsa a seguir adelante.

Este camino no es fácil; requiere escuchar a tu cuerpo, adaptarse y ajustarse. Nuestro cuerpo prefiere la calidad constante sobre sesiones esporádicas de alta intensidad. Los porcentajes en un programa son guías flexibles, y animo siempre a ajustarlos según sensaciones. Cada bloque comienza con una semana introductoria, estableciendo una base sólida para las semanas siguientes.

Desde hace ya mucho tiempo, pienso que para profundizar en nuestro entendimiento y mejorar, debemos preguntarnos:

– ¿Qué cualidades definen a un atleta exitoso?

– ¿Cómo podemos aumentar tu capacidad de trabajo y eficiencia energética?

– ¿Cuáles son las estrategias para alcanzar nuestros objetivos de manera más eficaz y rápida?

– ¿Cómo garantizamos que estos esfuerzos se traduzcan en éxito tanto en entrenamientos diarios como en competiciones?

Siempre he visualizado nuestro entrenamiento como un automóvil en una carretera, conducido por ti, el atleta. El «automóvil» simboliza tus atributos físicos, el «conductor» tus fortalezas psicológicas, y la «carretera» los factores externos que influyen en tu rendimiento. Ser entrenador es asumir el rol de un ingeniero de rendimiento, dedicado a ensamblar este complejo rompecabezas para convertirte de un atleta pasajero a un atleta longevo.

La línea entre la sobrecarga funcional (FOR), el overreaching y el overtraining es delgada y, como dije al principio, esto no es un juego de niños.

En definitiva, afrontar este desafío es una de mis grandes pasiones, y soy feliz de invertir toda mi energía y conocimiento en ayudarte a alcanzar tus metas. Reforzando estos conceptos y principios en mi enfoque de entrenamiento, busco no solo el éxito momentáneo, sino un desarrollo sostenible y significativo en la vida de cada atleta que entrena conmigo.

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